Los sueños, una puerta abierta a nuestra totalidad.
En cuanto abrimos la puerta hacia el misterioso mundo de los sueños y aprendemos a movernos en él, para traer su luz y energía a nuestra vida cotidiana, resulta difícil prescindir de ellos y el mundo onírico se vuelve tan importante como el mundo físico. Gracias a la física cuántica, combinada con conocimientos ancestrales de civilizaciones antiguas sabemos que el mundo invisible, el mundo de los sueños para los antiguos es el campo cuántico para los físicos modernos. Los sueños preceden la realidad, las cosas se forman primero en el mundo invisible antes de plasmarse en la tercera dimensión, tanto individual como colectivamente. Al adentrarnos en nuestros sueños, exploramos las posibilidades que pueden materializarse en nuestra vida.
Para algunas civilizaciones antiguas, consultar los sueños era una cuestión de supervivencia, usaban los sueños y las sincronicidades como un mapa, un GPS para orientarse en el territorio y saber donde encontrar comida, agua, sortear los peligros. Consultaban los sueños antes de tomar decisiones importantes y soñaban despiertos, creando una realidad en el mundo invisible para que se plasmara a continuación en la realidad física, como por ejemplo hacer que lloviese. Era su manera de rezar; visualizar lo que necesitaban con un fuerte sentimiento.
En tribus como los Senoi, en la que los miembros se cuentan sus sueños, el nivel de estrés y de agresividad es muy bajo porque los lazos afectivos entre ellos son fuertes, y ello genera más comprensión y tolerancia.
Un puente entre el mundo invisible y la realidad física
Los sueños forman un puente entre el mundo invisible y la realidad física, entre nuestra mente consciente y nuestro inconsciente, entre el ser humano que creemos ser y nuestra totalidad, nuestro potencial, nuestra multidimensionalidad. A través de ellos, comunicamos con nuestra alma, con más niveles de consciencia nuestros y ajenos, y nos movemos en realidades paralelas. Nos permiten también comunicarnos con los difuntos, no hay mejor lugar que los sueños para encontrarnos con nuestros antepasados o seres queridos muertos.
Los sueños nos traen mensajes de nuestras profundidades y nos muestran el proceso que estamos viviendo o mejor dicho nos acompañan paso a paso en la evolución de nuestro propio proceso. Nos enseñan la mejor vía transitable a la vez que nos impulsan a superar nuestras limitaciones y a “descargar” (como descargamos de Internet) una parte cada vez mayor de nuestro ser en nuestra vida cotidiana.
Nos enseñan cual es el flujo natural de nuestras energías y como seguirlo con la menor resistencia. Y cosa muy importante, nos ayudan a descubrir cual es el propósito de nuestra vida, nuestro mito personal, como le llamaba C.G. Jung. En suma, nos animan a recordar y a vivir nuestra historia más noble, más amplia, más completa.
A través de los sueños descubrimos también la existencia de un orden más profundo y aprendemos a organizar nuestra vida conforme a dicho orden, para que nuestra vida adquiera más plenitud y sentido, o lo que es lo mismo, nos enseñan a fluir con el Tao. Nos enseñan que la energía que irradiamos mediante nuestros estados del ser, nuestros pensamientos o actitudes, ejerce un efecto magnético en el mundo que nos rodea, atrayendo personas y situaciones que están en resonancia con dicha energía, a través de la ley de atracción. Junto con las sincronicidades y los síntomas físicos son mensajes de un yo más grande, más profundo, de un universo misterioso y rico que en ningún caso podemos controlar.
Compartir sus sueños con los demás
Los sueños, contados en un grupo de personas, nos abren a un contacto más profundo entre los miembros del grupo, fortalecen los lazos afectivos, crean comunidad por el mero hecho de compartir una intimidad profunda y entrar en resonancia.
Cuando en un grupo de trabajo con sueños, alguien cuenta un sueño y lo explora, los otros miembros sintonizan con el contenido del sueño y con las emociones del soñador. Todos abarcamos en nuestra psique los infinitos aspectos del alma humana a pesar de que, en función de los “colores” de nuestra personalidad, de nuestros filtros o sistemas de creencias, se expresen en nuestra vida de formas variadas y con más o menos intensidad. Así pues, trabajar los sueños en grupo intensifica el trabajo interior de cada miembro, merced a los fenómenos de la identificación y de la resonancia.
Trabajar los sueños en grupo favorece también un liderazgo muy peculiar e interesante. Por supuesto, en un grupo de trabajo hace falta un facilitador firme y bien centrado que establezca un espacio seguro y propicio a la exploración, que sepa de sueños y de energía emocional y psíquica, que delimite el tiempo de habla, etc.
Pero el verdadero líder es el que cuenta y trabaja su sueño porque al hacerlo, está expresando su verdad única y más profunda, por lo que en ese momento se transforma en el guía del grupo, en el maestro, los demás participantes fluyen con él o ella, acompañando su movimiento y sacando de él un aprendizaje personal y único, de nuevo gracias a la resonancia.
Compartir sus sueños con los demás, da la oportunidad de manifestar ante los demás nuestra singularidad y nuestra vulnerabilidad, ofrecerles tanto lo más grande que tenemos como lo más doloroso, ser oído y recibido en nuestra totalidad sin reservas y con respeto.
Cada soñador tiene sus códigos oníricos
Para comprender mejor nuestros sueños, no hay nada más fecundo que sumergirse en los libros de C.G. Jung para hacerse una idea de la inmensa variedad de sueños que existen y de sus múltiples interpretaciones. No puedo más que recomendar a cualquiera que se interese por el tema de dejarse deslizar por los meandros de la obra jungiana y los descubrimientos que el psicoanalista suizo hizo acerca de la psique humana, así como de los mapas que de ella trazó al estudiar miles de sueños y soñadores.
Cada soñador tiene sus códigos oníricos, su forma de soñar en función de lo que es, de sus centros de interés en la vida. Solemos utilizar símbolos que nos hablan, que tienen un significado para nosotros. Hay hombres que suelen recurrir a la mecánica, sueñan con maquinas, con coches, otros u otras sueñan con paisajes, con detalles artísticos, de arquitectura, de pintura, con música. Otros tendrán sueños con mucho dinamismo, a imagen y semejanza de las películas de acción más trepidantes, en los que se verán implicados emocionalmente o en cambio, soñarán con ambientes de cocina manipulando recetas complicadas o enfrentándose a todo tipo de problemas… El lenguaje onírico de cada persona encuentra sus raíces primero en las áreas de la vida que más le motivan y ocupan y luego en el inconsciente colectivo, en esta inmensa reserva de símbolos e imágenes disponibles que son una representación de los grandes arquetipos colectivos. Para entender nuestros sueños, debemos entre otras cosas aprender el lenguaje onírico, el lenguaje simbólico, como si aprendiéramos un idioma. En paralelo, debemos adquirir conocimientos sobre la psique humana y su funcionamiento, a la vez que desarrollamos nuestra intuición y nuestra capacidad de sentir y auto-observarnos. De hecho, curiosamente, el trabajo con los sueños en si mismo favorece muchísimo esos talentos y herramientas, por lo que cuanto más escuchemos sueños y trabajemos los nuestros, más comprensión, intuición y percepción sutil adquirimos.
Es muy difícil hacer una lista exhaustiva de las diferentes clases de sueños que existen, teniendo en cuenta que cada persona es única y tiene su particular manera de soñar. Sin embargo, hay ciertas constantes que se repiten; las fuerzas arquetípicas que nutren las imágenes que se presentan son iguales para todos los seres humanos, aunque las imágenes difieran. Por otro lado, en la práctica, al margen de los arquetipos, se pueden diferenciar algunos tipos principales de sueños.
Los sueños “habladuría” (bla, bla, bla!).
Son sueños que son como una continuación del día anterior, que se quedan en la superficie. Son como una charla mental que sigue durante la noche. No conseguimos tomar distancia con respecto a lo que vivimos durante el día, seguimos pegados a la superficie o a lo concreto o material.
Los sueños psicológicos.
Nos ayudan a entender las emociones, los sentimientos, las creencias que nos perturban. Ejercen diferentes funciones: nos empujan a sanar lo que nos debilita y nos aleja de nuestra verdad profunda, y tienden a desmantelar nuestros sistemas de creencias enfermizos. Pueden vehicular una llamada de socorro de una parte nuestra que no aguanta más el peso de una carga excesiva. Defienden nuestro potencial más elevado, nuestras cualidades únicas, nos impiden que nos repleguemos en una versión diminuta, reducida de nosotros mismos. Equilibran nuestros estados anímicos mediante un efecto de compensación.
Nos muestran continuamente que somos mucho más de lo que creemos, tienden a ofrecernos una imagen más amplia, más completa de nosotros mismos. Tanto de nuestro potencial positivo como de las partes nuestras que no nos gustan y que tendemos a proyectar en los demás. Suelen tener una fuerte carga emocional.
Los sueños premonitorios.
Todos tenemos sueños premonitorios mucho más a menudo de lo que creemos. Si observáramos detenidamente los contenidos de nuestros sueños nos daríamos cuenta que hay una gran cantidad de detalles que nos hablan del futuro. No siempre se trata de un acontecimiento que va a ocurrir sino de detalles físicos de los lugares que vamos a visitar. Eso en sí no tiene importancia, no nos aporta información relevante sobre quienes somos, sobre lo que es importante para nuestra evolución. Simplemente evidencian que al soñar penetramos en un campo en el que tenemos acceso tanto a informaciones del pasado como del futuro, ponen de relieve que el futuro ya existe en el mundo invisible, en el “dreamworld” como lo llaman los aborígenes. Esta comprensión nos permite tomar medidas para que una posibilidad u otra se plasme en la realidad “consensuada”.
En su libro “El mundo bajo los párpados” Jacobo Siruela (1) da ejemplos de sueños premonitorios que determinaron el desarrollo de la historia de la humanidad. Una parte no desdeñable de la historia ha sido determinada por los sueños de sus actores o de personas cercanas. Resulta increíble como cambia nuestra visión de los hechos al conocer los sueños de los protagonistas de ciertos episodios de la historia.
Esos sueños premonitorios suelen contener imágenes particularmente intensas, con colores y sonidos vivos, son muy nítidos pero transmiten una información de forma bastante neutral, con mayor desapego. El soñador tiene la impresión de ser un testigo, un espectador, y se siente tranquilo. Las reacciones emocionales vienen después del sueño, al despertar.
Los sueños “consejo”.
Cuando tenemos un problema, vivimos una situación muy desagradable o caemos repetidamente en estados emocionales que realmente nos encarcelan, solemos buscar soluciones usando nuestro intelecto, con grandes esfuerzos analíticos, cuando a menudo “consultarlo con la almohada” resulta mucho más efectivo.
Los sueños, al tender un puente entre el mundo invisible y nuestra realidad física, nos suelen gratificar con una solución mucho más creativa, ya que trasciende las leyes de nuestra lógica racional. Ofrecen a menudo una visión inédita de una situación. En realidad la solución siempre existe, aunque se encuentre en otro nivel de consciencia.
Así pues, en esos casos podemos plantear una pregunta al acostarnos, esperando recibir orientación y guía a través del sueño.
Los sueños colectivos.
Hay también varios tipos de sueños colectivos. Cuando dos o mas personas viven en sueños la misma situación o se encuentran en los mismos lugares, de forma simultánea, es porque suelen compartir las mismas emociones o sentimientos. Encontramos ejemplos de esos sueños compartidos en grupos de personas que comparten un proyecto común.
Pero los más impresionantes y más corrientes son los sueños que, a pesar de sus diferentes formas, reflejan el mismo espíritu del momento o más bien la influencia que ése tiene en la psique de las personas o la relación que las personas tienen con él. La historia rebosa también de ejemplos de sueños de este tipo, como muestran diferentes estudios de ese fenómeno. En su libro “El mundo bajo los párpados” Jacobo Siruela da entre otros ejemplos uno de la Unión Soviética, donde a los que se rebelaban contra el régimen se les mandaba a hospitales psiquiátricos y se les administraba feniotazina para neutralizar su actividad onírica. Al dejar de soñar se acomodaban con mayor facilidad al régimen. “Habían descubierto el papel netamente subversivo de la pesadilla como alarma interior de un conflicto no advertido por la consciencia”. Cuenta también como la periodista alemana Charlotte Beradt2 escribió un libro que recogía sueños de gente muy diversa en toda Alemania durante el periodo que se extiende desde el acceso al poder de Hitler en 1933 hasta el principio de la segunda guerra mundial. Su propósito era demostrar el efecto extremadamente perverso que el nazismo tenía en la vida emocional de los alemanes. Charlotte Beradt llamaba a esos sueños “sueños políticos”.
Estoy segura de que si hiciéramos el mismo tipo de estudio de los sueños de los españoles en estos tormentosos tiempos de crisis y cambios veríamos en ellos varias constantes que nos darían una imagen clara y veraz de los efectos profundos que esa inseguridad económica y social tiene en su vida emocional y en su mundo interior. Al mismo tiempo, descubriríamos que en el mundo detrás del mundo, el “dreamworld” de los aborígenes, hay soluciones muy creativas, que en otros niveles de consciencia ya hemos elaborado soluciones que solo tenemos que “descargar”. Sería realmente muy interesante tener acceso al potencial creativo que vive en el inconsciente de los hombres y las mujeres que duermen.
Una herramienta fantástica
Hay muchas maneras de explorar los sueños y sentir la energía que los atraviesa para entenderlos. Podemos trabajar con asociaciones tal como lo hacían los psicoanalistas, podemos representarlos para volver a vivirlos y extraer el hilo emocional, la actuación permite también integrarlos en el cuerpo a través del movimiento. Podemos dramatizarlos modificando algún elemento para mandar un mensaje de vuelta al inconsciente o para transformar una emoción negativa.
Podemos coger el sueño en su conjunto o centrarnos en un pasaje muy intenso y la emoción que lo acompaña. A partir de ahí, con el sueño o la parte del sueño presente en la mente, podemos explorar con el cuerpo de forma más chamánica, prestando atención a los micro-movimientos del cuerpo e intensificándolos hasta extraer su significado. Podemos explorar un sueño con los sonidos, dejando que su contenido se exprese en forma de sonidos hasta que esos sonidos cobren también un significado. Podemos trabajar con las direcciones, los puntos cardinales, sintiendo en nuestro cuerpo hacia donde nos lleva un sueño y explorando lo que las direcciones significan para nosotros.
Podemos también usar el dibujo intuitivo, concentrados en un sueño o una parte de él y dejar que nuestras manos expresen algo que luego interpretaremos.
Hay infinidades de maneras de trabajar con los sueños.
Trabajar con los sueños constituye un medio, una herramienta fantástica para traer energía y guía de otros niveles de conciencia en nuestra vida cotidiana y luego actuar y tomar decisiones en consecuencia. Al compartir los sueños en grupo, creamos un nuevo tipo de comunidad, una sociedad en la que cada uno tenga la oportunidad de expresar su potencial más elevado y único. Eso nos empodera como individuos pero fortalece también los vínculos de todo tipo entre personas, generando más comprensión y más tolerancia. Este trabajo nos permite estar mucho más presentes en la vida ya que nos conecta con su faceta invisible y misteriosa. Nos lleva a vivir más conscientemente y nos ayuda a asumir el desafío de crear, de alejarse de los caminos trillados y ofrecer algo nuevo al mundo.
Rosalie Poskin
1. Jacobo SIRUELA, «El mundo bajo los párpados», ed. Atalanta, 2010, 348 págs, ISBN 9788493778453
2. Charlotte BERADT, «Das Dritte Reich des Traums», München: Nymphenburger Verlagshandlung, 1966
Ilustraciones :
Remedios Varo, «Harmony»
Lika Tov, «Jacob’s ladder»
Los Portales, colección privada
C.G. Jung, retrato
C.G. Jung, mandala
Miembro de la ecocomunidad Los Portales, Rosalie Poskin lleva tres décadas trabajando en la interpretación de los sueños. Ofrece talleres-entrenamientos en trabajo con los sueños, una herramienta para conectar tu fuerza e integrarla, potenciando la expresión de quien eres profundamente, tu singularidad, tu creatividad y tu capacidad de tomar las riendas de tu futuro.
más información : https://comunidadlosportales.com/despierta-y-empieza-a-sonar-taller-vivencial-en-los-portales/